Al calor del Internacionalismo Revolucionario | Notas desde las acampadas por Palestina

Han pasado ya nueve meses desde que Israel dio comienzo a su última ofensiva contra el pueblo palestino y de Gaza ya solo quedan escombros. Durante este tiempo Israel ha asesinado y mutilado a decenas de miles de personas y ha desplazado a millones. Ni siquiera han intentado ocultar su sadismo y, ya sea a través de medios informativos o redes sociales, el mundo entero ha sido testigo del terror que Israel ha vertido con total impunidad sobre el pueblo palestino. Su cruzada contra el “terrorismo” ha demostrado ser solo una excusa para la colonización y la limpieza étnica que son la bases sobre las que se asienta el Estado sionista ahora y desde su fundación. No se puede entender este conflicto sin reconocer los más de setenta años de torturas, asesinatos y colonización que Palestina carga sobre sus espaldas.

A dos meses del inicio de la Acampada por Palestina en Ciudad Universitaria Complutense impulsada por organizaciones y estudiantes de toda la Comunidad de Madrid, publicamos desde nuestra Comisión de Formación estas notas, aportando nuestra reflexión sobre la propia Acampada, así como algunos de los fenómenos que la han rodeado durante este tiempo.

Solidaridad internacionalista contra el genocidio

La respuesta que recibió la barbarie israelí fue una ola de movilizaciones globales que se rebelaron contra la inacción y complicidad de sus gobiernos. A estas protestas también se suma el estudiantado que, a finales de abril, escala sus acciones con el inicio de las acampadas por Palestina. Un movimiento que nace en universidades americanas como Columbia o Nueva York para expandirse rápidamente tanto dentro de los Estados Unidos como por el resto del mundo. Desde Canberra hasta París, desde Berlín hasta México la causa palestina ha sido capaz de movilizar a mareas de estudiantes y unirlos contra la crueldad del imperialismo israelí.

Esta ola de solidaridad internacionalista también ha golpeado con fuerza dentro de nuestro Estado. En este, es Valencia la primera universidad en levantarse a la que siguen rápidamente universidades en Barcelona, Madrid y el resto del estado. En cuestión de semanas miles de estudiantes de casi todas las provincias se organizan en torno a una línea política muy concreta: el señalamiento de toda complicidad con el estado Israel y la ruptura total de la misma. El estudiantado, entonces, hace frente al sionismo tanto a nivel local, en sus universidades que mantienen programas de intercambio con universidades israelíes o convenios con empresas que tienen intereses económicos en Israel o que colaboran directamente con las fuerzas armadas israelíes, como a nivel estatal entendiendo la vinculación del gobierno y el estado con el aparato imperialista mundial.

Que las movilizaciones del estudiantado hayan condensado su forma en la de la acampada, siguiendo el ejemplo del resto mundo no responde, a nuestro juicio, al mero seguidismo y el intento de replicar otras fórmulas sin criterio. Haber escogido las acampadas en los campus universitarios dotó al estudiantado en pie de guerra de la posibilidad de bloquear físicamente los espacios en los que se produce la vida universitaria, así como señalar radicalmente la presencia del conflicto que procura dejarse de lado bajo la reproducción de capital social académico. Identificado el papel cómplice y activo de las universidades en el genocidio y el apartheid, se reveló necesario sacar a relucir esta responsabilidad, así como las contradicciones insertas en el sistema universitario de forma tanto sistémica como coyuntural: tomar por la fuerza su espacio y ponerlo bajo control estudiantil permitía poner en el centro del foco la culpabilidad de las instituciones universitarias.

Del mismo modo, que esta forma de respuesta se haya reproducido a lo largo y ancho del globo se ha demostrado como un paso adelante en la voluntad internacionalista y la coordinación de la lucha en solidaridad por el pueblo palestino: así como solo a través de las huelgas y okupaciones de los puntos logísticos que posibilitan la maquinaria genocida a nivel internacional se puede poner en jaque el mecanismo imperialista que respalda al Estado sionista, así como la economía que lo alimenta y al tiempo se beneficia de ello; las acampadas alrededor de todo el mundo han podido señalar y, sobre todo, ejercer una presión sin igual sobre las instituciones universitarias. Prueba de ello fue la publicación de un comunicado paupérrimo por parte de la CRUE que reconocía que su tibio posicionamiento se debía exclusivamente a la movilización simultánea en multitud de campus. Así como el sistema económico que respalda al sionismo solo podrá doblegarse bajo la acción simultánea de los trabajadores de todos los pueblos; la institución académica, a nivel regional, estatal, europeo y mundial, se vio forzada a reaccionar de un modo u otro cuando se señaló al unísono su responsabilidad en los crímenes del Estado de Israel.

Lejos de los afanes nostálgicos de quienes pretendían afirmar que estas acampadas, en el Estado español, suponían la recuperación de las formas del agotado y fracasado ciclo político del 15M, o incluso de quienes pretendían evocar un espíritu sesentayochista; consideramos que el acierto de las acampadas, independientemente del éxito en la consecución de los objetivos fijados por estas, ha pasado por la capacidad de coordinar fuerzas políticas y populares en la solidaridad con el pueblo palestino, manteniendo un nivel de radicalidad lejos de la institucionalidad y manteniendo un firme compromiso con principios internacionalistas. Estas solo deben suponer la apertura de una ofensiva mucho mayor en el marco universitario que mantenga la acción directa como eje conductor en la respuesta del estudiantado.

Unidad de acción: el Bloque Interuniversitario

En el caso particular de la Comunidad de Madrid, la convocatoria de acampada en el espacio de Ciudad Universitaria vino impulsada por el prácticamente recién nacido Bloque Interuniversitario por Palestina de Madrid. Este Bloque, que reunía a organizaciones políticas de estudiantes de todas las universidades madrileñas, había echado a andar con la voluntad de dar una respuesta unitaria y coordinada en el marco universitario, certificando en sus primeros pasos su capacidad de respuesta en la convocatoria de distintos bloques durante las diferentes concentraciones en apoyo al pueblo palestino en Madrid a lo largo de los meses. La existencia de esta organización de organizaciones permitió que, llegado el momento, cuando sobrevino la primera acampada en el Estado español convocada por las compañeras valencianas, la respuesta en Madrid no tardase sino apenas unos días en materializarse.

Aunar a todas estas organizaciones y, más importante aún, a sus militancias aspiraba a garantizar una capacidad logística y política al entero servicio de los fines de la acampada de Madrid. Conscientes de los fracasos de las macro asambleas tan fácilmente cooptables por parte de grupúsculos arribistas, así como de la necesidad de una capacidad organizativa que estuviese a la altura de lo urgente de la situación, se alumbró un modelo organizativo en el que el Bloque Interuniversitario de Organizaciones y la Asamblea de la Acampada podían coordinarse adecuadamente para garantizar la participación de aquel estudiantado ajeno a la militancia. Los propios mecanismos democráticos de las organizaciones políticas que se revertían en la toma de decisiones del Bloque garantizaban que el grueso de acampados representados en la militancia se viese adecuadamente representado, del mismo modo que se veían representadas aquellas individualidades a través de la Asamblea.

El Bloque Interuniverstario nació con la clara finalidad de organizar la solidaridad con el pueblo palestino, de devolverle al estudiantado no militante un medio organizativo para canalizar sus necesidades políticas al tiempo que se aspiraba a dar un paso adelante en la respuesta permitiendo que la unidad de acción aumentase a pasos agigantados las posibilidades en la consecución de los objetivos de todos los que tomamos parte de este.

Fruto de esta experiencia juzgamos que el Bloque se demostró como un medio necesario que pudo hacer frente a aquellas agrupaciones que solo buscan hacer de la miseria y el sufrimiento palestino su particular campaña política, que fue capaz de superar modelos organizativos obsoletos como las macro asambleas tan ineficientes garantizando la participación política de todos por igual, fijando una línea de actuación clara y radical, sin renunciar a la acción directa y rechazando de lleno la participación de partidos y agrupaciones reformistas o partícipes del gobierno del Estado español. El devenir de la Acampada, no obstante lo cual, se alejó de las formas del Bloque para tomar una forma independiente: juzgamos que sus resultados hablan por sí solos.

Consideramos, además, que es prioritario en la causa por el pueblo palestino y en pro de la completa erradicación del Estado sionista de Israel que las organizaciones revolucionarias sean conscientes de la altura de miras y responsabilidad histórica de la que son acreedoras en su decisión de dar un paso al frente en la organización de esta solidaridad y su correspondiente respuesta. En cualquier caso, la experiencia nos demuestra y nos reclama la necesidad de avanzar cada vez más en la organización de las organizaciones revolucionarias, en la firmeza contra los parásitos políticos, así como en la necesidad de que el estudiantado pase a militar en la causa revolucionaria, que tome parte de la auténtica democracia radical, que se implique en la construcción de la respuesta por el pueblo palestino.

De entristas, reformistas y la represión del Estado

La respuesta que han recibido estas movilizaciones ha sido un recrudecimiento de la represión y han llegado imágenes de acampadas de todo el mundo sufriendo intentos de desalojo (de una violencia injustificable), amenazas, multas e identificaciones. Es natural que las exigencias de las estudiantes se hayan dirigido también a la legislación que se ha utilizado para reprimirlas y han luchado por la abolición de la ley mordaza y la LCU (dentro de las universidades). Porque la solidaridad del estudiantado nace de entender la causa palestina no como una lucha aislada sino como parte del complejo imperialista mundial y por tanto, tiene al capital y a las potencias imperialistas como enemigos. Nuestros adversarios son también los responsables de la tecnificación de las universidades, de su transformación en fábricas de trabajadores. Denunciar la injerencia de empresas sionistas o armamentísticas en la universidad debe ir de la mano con exigir la expulsión de toda influencia privada en la universidad y sus órganos de decisión. La expulsión del sionismo universitario sólo puede lograrse mediante la consecución de una universidad popular controlada no por intereses económicos y militares sino por la propia comunidad universitaria trabajadora.

Por esto, es necesario señalar también a aquellos partidos que, desde las instituciones y con la vista puesta no en el sufrimiento del pueblo palestino, sino en sus intereses electoralistas, han intentado capitalizar y hacer suya la lucha de las acampadas ya sea con muestras hipócritas de apoyo, intentando apropiándose de sus reivindicaciones o incluso intentando cooptar las propias acampadas. Estos mismos partidos que colaboran en la represión del estudiantado manteniendo y ampliando los mecanismos represivos en las universidades y haciéndole hueco a la empresa en la universidad. Sin embargo, el estudiantado ve más allá de su hipocresía y es capaz de señalar y  expulsar de sus espacios a quienes se alían con la OTAN, el imperialismo americano y la explotación económica del tercer mundo mientras fingen horrorizarse ante las consecuencias más atroces de sus políticas por mucho que estos respondan con la violencia policial o de sus propios militantes cuando se deja en evidencia su participación política, económica y militar en el genocidio del pueblo palestino.

Han pasado dos meses desde que se erigió la primera acampada en Valencia y aunque todavía hay acampadas resistiendo, muchas se han levantado en algunos casos por forzar a sus universidades a romper lazos con Israel (como es el caso de la UB) y otras buscando seguir la lucha por otros caminos. Sea como sea, las victorias totales o insuficientes conseguidas por las estudiantes nos demuestran que debemos defender la lucha como único camino ante quienes hablan de la vía muerta del compromiso con la institución, de la reforma, del pacifismo. Es necesario construir un movimiento verdaderamente revolucionario, capaz de comprender sus problemas a través de un análisis de clase y, así, poder rastrear su origen hasta su verdadero enemigo para poder llevarle a él la lucha. En este proceso, saldrán a relucir también aquellos arribistas y cooptadores que, aprovechándose de fórmulas políticas ineficientes o de supuestas críticas «prodemocráticas», aspiran a reventar los espacios políticos organizados con el único fin de convertirlos en lugares donde practicar el proselitismo sin más interés que el propio.

Fruto de estas notas, del final de la Acampada de Madrid y de tantas otras, de la represión sufrida por multitud de compañeras, de la violencia estatal y universitaria contra las militantes y estudiantes independientes; así como de la confrontación con supuestas compañeras que no han demostrado ser más que reformistas al servicio del Estado o de sus organizaciones particulares, no podemos sino concluir en la reafirmación de nuestros principios, aquellos que nos guiaron en nuestra toma de partido por el pueblo palestino desde un primer momento, así como nos guiaron en nuestra adhesión al Bloque Interuniversitario:

Más allá de formas pasajeras, de luchas perdidas en primera instancia, de la represión y los palos en la rueda; reafirmamos la necesidad de la organización política independiente del estudiantado, del rechazo a los caminos reformistas por vías institucionales, de la radicalidad de la acción directa y la toma de las calles para impulsar el conflicto, de la unidad de acción de las organizaciones políticas revolucionarias, y del abrazo completo e inquebrantable de la causa por la libertad del pueblo palestino. Llamamos a las organizaciones a continuar en la lucha, a no asumir el final del curso como el final de las acciones; y llamamos al estudiantado a tomar parte de las organizaciones políticas independientes.

Hasta que nuestras universidades no se vean libres de sionistas, hasta que no se ponga fin al genocidio y al apartheid y se erradique al Estado de Israel, seguiremos luchando en la primera línea: ¡desde el río hasta el mar, Palestina vencerá!