De la noche a la mañana han aparecido nuestros campus empapelados, los espacios sagrados (e inaccesibles a la cartelería del estudiantado) están recubiertos por las caras de los dos nuevos candidatos a rector, que sonriendo, prometen páginas y páginas de propuestas, de innovaciones. Promesas de colaboración con el estudiantado, promesas de becas para garantizar la igualdad de oportunidades y promesas de una mejor universidad para todos.
Promesas que son muy fáciles de hacer con los 10.000 euros (por cabeza) que paga la universidad (con nuestras matrículas) para sus campañas electorales que, por otra parte, explican este apoteósico despliegue de cartelería y panfletos que hemos descubierto esta semana en nuestras farolas, cafeterías, pupitres… Parece que no falta mucho para que descubramos Duartes y Muiñas entre los fideos de la sopa. Esperamos que algo de estos fondos se haya destinado a pagar la incansable labor de las estudiantes que, con tanto fervor e insistencia, nos han iluminado con las magníficas obras que traerán tan magníficos hombres. Eso sí, podemos intuir que incluso si no se les paga con monedas de plata, de alguna forma tendrá que ser recompensado su titánico esfuerzo.
Estos candidatos, no obstante, no han aparecido en esta universidad de la noche a la mañana, sino que llevan años siendo cómplices del silencio administrativo de esta universidad callando ante la eliminación de dobles grados, ante la falta de profesorado de este inicio de año, o ante el colaboracionismo con el sionismo. Callando ante la subida gradual de las matrículas universitarias y los precios de la cafetería, ante la privatización de los espacios de ocio de las estudiantes o ante la represión de las fuerzas de seguridad sobre sus propios estudiantes. Callan también ante la privatización de la universidad (y cuando hablan, es Ayuso la que habla escondida entre sus dientes) y su colaboración con el rearme europeo (tiene nuestra universidad fuertes nexos con empresas armamentísticas).
Prometen, por empezar por algún lado, “ajustar” (que no bajar) los precios de las cafeterías, prometen reducir el precio de las instalaciones deportivas y abrir espacios de “coworking” pero ¿cómo? ¿Prometen acaso arrebatarle estos espacios a las empresas privadas y ponerlos al servicio de la comunidad universitaria? La respuesta es, evidentemente, no y, aunque quisieran, tampoco podrían porque no hay fondos y, sin fondos, todas las promesas de mejoras cualitativas de nuestra vida como estudiante caen en saco roto.
¿Cuál será, entonces, su respuesta a la infrafinanciación de nuestra universidad? Una continuación de la política del actual rector que consiste en tragar todo lo que llegue de la comunidad autónoma (es decir, nada) y buscar financiación de entes privados. Esto, como ya hemos expuesto anteriormente, no es una solución sino un ataque frontal contra el estudiantado. Los espacios deportivos controlados por la universidad son gratuitos, los que controlan empresas privadas compiten por ver quién puede exprimir más al estudiante; las cafeterías administradas por la universidad (que las hay aunque sean cada vez más raras) ostentan los precios más bajos en todo el estado, las que administran empresas privadas ya las conocéis. Abrirle la puerta de la universidad a la empresa privada es firmar su asesinato.
La solución a la infrafinanciación no es otro rector servil, que baje la cabeza cuando los presupuestos desangren los fondos universitarios sino una fuerza estudiantil capaz de doblegar a los gobiernos (autonómicos o centrales) y obligarlos a servir sus intereses y no los de la patronal.
Prometen dar voz a los estudiantes fomentando el asociacionismo y colaborando estrechamente con los órganos de “representación” oficial estudiantil. En otras palabras, prometen impulsar las plataformas de estudiantes que pueden controlar. Sabemos perfectamente que en el Consejo de Estudiantes se habla de lo que quiere que se hable el rector, que sus miembros son agasajados con becas de colaboración y promesas (estas seguramente sí se cumplan) de cargos a futuro en la universidad. Los intereses reales del estudiantado solo puede representarlos una organización independiente formada por estudiantes y no por aspirantes a burócratas que respondan ante burócratas ya realizados.
Prometen más monitorización, más normativas y más control. Nos sorprende, no porque no creyeramos que no fueran a llegar, hemos avisado ya de cómo el empeoramiento de la calidad de vida viene siempre acompañado del auge de la represión, sino porque candidatos se atrevan a usar la represión del estudiantado (que tanto le gusta a esta universidad) cómo argumento de campaña. Hemos de decir, eso sí, que la sorpresa disminuye considerablemente al descubrir el papel de cierto candidato en la represión del encierro en el rectorado de 2019 y su ferviente deseo de expedientar a toda persona presente en dicho acto o al ver cómo los equipos de campaña de los candidatos juegan a enviarse entre ellos a la policía. Si no tienen reparos en permitir la entrada de las fuerzas represivas del estado para su circo electoral ¿tendrán escrúpulos en enviárselas a las estudiantes que les desafíen?
Finalmente, habría que preguntarse si realmente estos candidatos suponen un cambio, una ruptura respecto al anterior rector cuando ambos han sido vicerrectores elegidos a dedo por el mismo. Son una continuación de la política corrupta del rectorado que, recordemos, tuvo un papel central en el escándalo del máster de Cifuentes aunque estamos seguros de que alguno de los candidatos podrían explicarnos mejor el caso al haberlo vivido tan activamente (podríamos preguntar también al pequeño Nicolás ya que ha aparecido por la campaña). Pero bueno, no os preocupéis que podremos comprar chapas, bolis y camisetas con el logo de la universidad.
Desde URJCombativa, pedimos al estudiantado que mire más allá de las promesas – no hay nada más sencillo que prometer en campaña – y que pregunte cómo y cuándo se van a implantar. No llamamos a la abstención porque creamos que sean personas horribles (no les conocemos personalmente por mucho que nos hayamos familiarizado con sus caras) sino porque sabemos que el trono de rectorado es incompatible con los intereses del estudiantado (y el resto de la comunidad universitaria), que si las políticas del rector van en contra de este es por la naturaleza misma de su cargo y nada se solucionaría aunque lo ocupara la persona más honrada y desinteresada del planeta (que, por otra parte, no parece ser el caso).
Nuestra propuesta es la abstención activa porque creemos que los intereses de las estudiantes solo los pueden pedir estas, porque conocemos la naturaleza de la vía laberíntica institucional, porque de nada vale pedir cuando puedes exigir. No podemos esperar que nuestra situación cambie únicamente porque cambien las posaderas que oprimen una sillita mostoleña. Solo el estudiantado es capaz de defender sus intereses y solo en la medida en que tenga fuerza para imponerlos.
Estudiante, el cambio lo llevas por dentro, ¡organízate y lucha!